domingo, 15 de abril de 2012

Lo Consubstancial


Según un artículo publicado hace poco por Tomás Unger, al ser humano, desde que descubrió el fuego, le tardó más de 100,000 años en llegar a ser el primer millón de individuos sobre el planeta, para el año 400 A.C. se estima que ya habían doscientos millones de humanos en el mundo, para el siglo XVIII ya habíamos alcanzado los primeros mil millones, es decir, en plena Revolución Industrial.

Esta Revolución cambió completamente la concepción de los seres humanos, allí se genera una necesidad de producción natural, las personas que habitaban en los campos empezaron a desplazarse hacia zonas cercanas a las fábricas, es allí donde nace y se evidencia el concepto de urbe, a partir de ahí el crecimiento de humanos se vuelve casi exponencial, repasemos algunas cifras: Los mil millones se duplicaron en menos de 100 años, para el año 1975 éramos ya 4,000 mil millones, hoy en día nos encontramos en una cifra cercana a los 6,800 millones y se estima que para el año 2050 la cifra llegará a cerca de 9,300 millones. Estas cifras son alarmantes.

Desde luego existen diversas causas de este crecimiento exponencial, el avance de la medicina, la cultura de la salubridad, las condiciones de vida entre otros. De la misma manera, existen una serie de amenazas también tales como la crisis de alimentos, los problemas económicos inherentes al incremento de la esperanza de vida tales como el empleo o los beneficios previsionales y, finalmente, un problema bastante más complejo que se aproxima: La crisis energética.

Sin embargo, existe ya una problemática social que vivimos desde hace bastante tiempo y que ahora, bajo la concepción de aglomeración urbana se hacen cada día más evidente: El racismo y la xenofobia. Ambos, aunque con distinto énfasis por cada zona geográfica representan un gran flagelo en nuestras sociedades y son condenadas permanentemente por grupos que buscan una concepción más plural sobre la convivencia en urbes. La gran pregunta es, ¿cómo es posible que tanto el racismo y la xenofobia, que fueron construidos desde el principio de la humanidad por una necesidad natural y consubstancial de protección, sea desterrado en nuestros días después de miles de años de existencia en nuestro cerebro? ¿acaso nuestra capacidad evolutiva es tan rauda como para adaptarse a los nuevos parámetros sociales de manera automática?

El racismo y la xenofobia están con nosotros desde nuestros orígenes como especie, se encuentran en una capa muy primitiva de nuestra corteza cerebral y va a ser muy difícil que las estructuras sociales (que en el cerebro humano son demasiado recientes) nos puedan cambiar hacia un ambiente de tolerancia, respeto y convivencia pacífica. Existe un elemento importante y capital que nos puede permitir este anhelado consenso cerebral: La Educación. Para ambos flagelos, la educación es un elemento clave en el desarrollo de estructuras sociales orientadas hacia la tolerancia y al respeto, nos reafirma un sentido de pertenencia y fraternidad hacia el prójimo. No estoy seguro que finalmente la especie lo logre, sin embargo creo que el hecho de transcurrir en el camino, aunque largo y áspero, nos hará encontrarnos en un punto mejor que el actual. 

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