La
noticia llegó desde Noruega y fue aterradora. Setenta y siete muertos fue el
saldo del tiroteo ocasionado en la comunicad de Utoya, Noruega el 22 de Julio
de 2011 como producto de la insania de un empresario de 32 años llamado Anders
Behring Breivik, autodenominado como un fundamentalista cristiano, de ultra
derecha, nacionalista e islamófobo.
Yo
era un niño aún pero la noticia me impactó. Era el año 1988 y un escritor
británico llamado Salman Rushdie había publicado un libro denominado “Los
Versos Satánicos” cuya publicación había desatado la ira del líder musulmán
Ayatolá Jomeini quien llegó a ofrecer una recompensa por la muerte del escritor
a nivel mundial. Rushdie tuvo que vivir escondido y protegido por la policía
británica y su vida cambiaría radicalmente. La ira del líder iraní fue más allá,
no sólo se prohibió la venta y la lectura del libro en diversos países
islámicos sino que incluso, fundamentalistas islámicos perseguirían a los traductores
del libro a otros idiomas incluyendo el asesinato del traductor al idioma
japonés.
Ciertamente
la vida de Rushdie nunca fue la misma. Yo leí el libro unos diez años después
de su publicación, casi por casualidad, lo encontré, no lo busqué, Rushdie se
había convertido en un modelo a seguir que me perseguía por aquellos días, un
antihéroe de los noventas que se había enfrentado con un alto grado de
estoicismo al temido fundamentalismo islámico que atemorizaba al mundo por
aquellos días finiseculares. Por aquella época también pensaba que los días de
Rushdie estaban contados, que tarde o temprano lo iban a asesinar, que su vida
debía haber sido un verdadero infierno en los últimos diez años, viviendo de
manera furtiva, atemorizada, alejándose permanentemente de rutinas. En verdad
no estaba muy lejos de la realidad, aunque en efecto, hoy en día Rushdie sigue
vivo ya no es noticia, ya no es más antihéroe, ya no es más un modelo de nada, se
ha convertido en un escombro de lo que algún día el fundamentalismo mató, en
una lejana sombra del literato que fue, o mejor dicho, en una imagen ucrónica
de literato.
¿Qué
distingue al Ayatolá Jomeini con su afanada orden de asesinato contra Rushdie
del asesino de Noruega?, Para mi muy poco, ambos son una prueba contundente de
lo que alguna vez escuché y me pareció lejano en su oportunidad: El
fundamentalismo mata- En efecto, los fundamentalistas carecen del menor sentido
de tolerancia o respeto, limitan el debate, atacan la diversidad y pluralidad
de un mundo cada vez más conectado, el fundamentalismo no sólo continua en voga
hoy en día sino que es más fuerte aún, continúa esparcido en religiones, en
partidos políticos, en ideas y tendencias, el fundamentalismo sigue merodeando
por nuestras plazas, calles y cines, nos sigue asechando diariamente, se sigue
sentando a nuestro costado en el aula, en la oficina o en el bus y sigue
esgrimiendo su blasfema diatriba contra el respeto y la heterogeneidad contando
con el sólido apoyo del establishment, del desorden establecido.
Lima,
4 de febrero de 2012
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